Algunas reflexiones sobre las “celebridades” del Chile Actual

cuenta conmigoDante Castillo C. / Para Observatorio / Uno de los sociólogos norteamericanos de mayor importancia del siglo XX, C. Wright Mills, mostró de forma reveladora, en los años 50, como el desarrollo y ampliación de los medios de comunicación de masas en la sociedad norteamericana traía aparejado el surgimiento de un grupo que identificó con el nombre de “Celebridades profesionales del mundo de espectáculo y el entretenimiento”. Este grupo se caracteriza principalmente por su posición privilegiada en los medios de comunicación, donde sus actividades son tratadas de un modo exhibicionista por cronistas sociales y reporteros de chismes. Junto con eso, y más importante aún, su reconocimiento público está basado en el “estrellato” obtenido al interior de un sistema social que ha hecho de la competencia un fetiche. Estas celebridades son las que habitan el mundo de la fama.

La referencia a la sociedad norteamericana de los años 50 sigue estando vigente, de alguna manera, entre nosotros. Basta pasearse durante algunos minutos por los canales de la televisión local para identificar la variada flora y fauna que habita nuestra pantalla. En el último tiempo, “Fiebre de baile, famosos en llamas”, “Circo de Estrellas”, “Pelotón”, “Primer Plano”, Yingo o Calle7, ofrecen el escenario perfecto para reunir a un conjunto de aspirantes a celebridad cuyo principal objetivo es aparecer, a cualquier precio, en pantalla para ser famosos y lograr salir del insoportable anonimato social. Y la televisión es uno de los mejores medios para conseguir aquello.

En Chile, a medida que avanzó el siglo XX se fue produciendo un proceso general de ampliación y masificación de los medios de comunicación. Primero fue la prensa, luego el cine, la radio, las revistas y la televisión. Cada medio a su tiempo fue proponiendo e incorporando nuevos estilos y formatos de entretenimiento y entrega de información, con el consiguiente surgimiento de rostros y celebridades nacionales. Sin embargo, fue la masificación de la televisión la que produjo los mayores impactos y transformaciones a nivel social. A casi 20 años de haber nacido la Televisión en Chile, y durante los años 60 y 70 la posesión de televisores creció de forma exponencial, estimándose al año 1980 que cerca de un 85% de la población disponía de un televisor, fuera en color o blanco y negro.

Esta importancia se fortaleció en las décadas del 70 y 80, años marcados por la dictadura militar. Durante ese período, en un contexto de supresión de las libertades civiles, censura, y con el “toque de queda” como telón de fondo, la televisión permitió que muchos hogares y familias encontraran en este medio un espacio de entretención y uso del tiempo libre, así como también un lugar de mayor acceso a noticias e informaciones en formato audiovisual. De todos los medios, la televisión fue quizá la de mayor consumo durante esos años.

Así entonces y producto de las características inherentes al medio, así como al contexto sociopolítico y al modelo de sociedad cultivado durante ese período, la televisión vino a modificar la sociedad, la vida familiar, las rutinas individuales, redefinir los tiempos dentro y fuera del hogar, promover nuevos valores y estilos de vida, así como también, instaurar uno de los espacios de mayor valoración social. Esa época nos enseñó que quien aparecía en pantalla podía decir, orgullosamente, “que había salido en la tele”. Todo esto contribuyó a que la televisión se transformara en un eje y factor clave en la configuración del nuevo ethos cultural de la sociedad chilena de fines de siglo XX y principios del XXI. La televisión ofreció una posibilidad, una vía al éxito, a la fama, al estrellato, a ser una celebridad que goza de estima y reconocimiento público.

Tony Manero y el origen de las celebridades locales

Durante el año 2008 es estrenada en Chile la película de Pablo Larraín, Tony Manero. Ambientada a fines de la década del 70, la historia relata la vida de Raúl Peralta (Alfredo Castro), una especie de psicópata, obsesionado con llegar a ser como el personaje principal de la película “Fiebre de Sábado por la Noche”, que representa John Travolta. El personaje es un hombre pobre que sueña con llegar a ser bailarín y para ello organiza un show de barrio donde representa los principales pasajes de la película de John Travolta. Todo esto, transcurre en un contexto de pobreza, desesperanza y amenaza política permanente que imponen los años de la dictadura militar.

El personaje principal se esfuerza por llegar al “Festival de la Una”, mítico programa de esa época conducido por Enrique Maluenda, para participar del concurso “El igualito a Tony Manero”. Esto representa un momento de profunda significación en la vida de Raúl Peralta, que sueña con ganar el concurso de uno de los programas de mayor audiencia de la televisión chilena de esos años. El triunfo representa para él la fama, el reconocimiento y la prueba explícita de que es alguien en la vida y no un don nadie. Sin embargo, el deseo que motiva al personaje lo conduce a robar, mentir, traicionar e incluso asesinar para lograr su objetivo.

Individualismo, enajenación de todo contexto social y político e instrumentalización de las relaciones interpersonales, son las claves que configuran la personalidad del personaje. Dicho en tono clínico, es portador de patologías que parecen imponerse y ganar terreno no sólo a nivel del actor, sino que también a nivel de la cultura y las instituciones que organizan la sociedad chilena de fin del siglo pasado.

En un tono diferente y de menor intensidad quizá, se aprecian rasgos similares en la televisión chilena de los últimos años: Los amores traicionados de uno que otro chico reality; los usos y abusos sexuales de alguna modelo de turno, las infidencias de alguna pareja desdichada, la competencia erotizada entre hombres y mujeres, que luchan por aparecer en pantalla; el desnudo y la artificialidad como camino rápido para ganar pasaje al prime time; el closet, el dormitorio y la exhibición de la opciones sexuales como credenciales garantizadas de éxito. En fin, estrategias que cada vez más vienen utilizando los candidatos dispuestos a trabajar por el salario de la fama.

Así está nuestra pantalla, plagada de pequeños aspirantes a celebridades locales. De alguna manera esto evoca a Raúl Peralta, al Tony Manero de Alfredo Castro, al Tony Manero que, de un modo u otro, nos anticipaba en los años 80 los caminos y las estrategias necesarias para acceder al pequeño mundo de las celebridades y la farándula del Chile actual.