Cierre de la Nación, una mala noticia hoy y muy mala señal de futuro

Observatorio de medios, Fucatel

El cierre del Diario La Nación representa para el Observatorio de Medios Fucatel un retroceso en la configuración democrática de nuestro país. Esta situación nos lleva a manifestar nuestra preocupación por la vigencia de la libertad de expresión y derecho a la información.

El argumento de la falta de independencia del diario La Nación, cosa que habría que probar más allá del ejemplo relativo a la portada negra cuando se produjo la acusación constitucional a la Ministra Provoste, resulta para el Observatorio impropio de la autoridad pública, quien más que cerrar La Nación debió implementar una solución a la independencia de los medios públicos de comunicación más adecuada para el desarrollo de nuestra democracia.

La decisión de extinguir el Diario olvida que los medios públicos son esenciales para lograr equilibrios informacionales en una sociedad como la nuestra, con un alto grado de concentración de la prensa escrita, dominada por el dupolio, además de contribuir a otras finalidades esenciales como la formación cultural, la transmisión de las ideas y la consolidación del espíritu nacional, todos esenciales para el desarrollo de nuestra democracia.

La solución en una democracia más avanzada habría atacado la enfermedad y no los síntomas, si este (u otro) gobierno quiere resguardar la independencia de los medios públicos debió legislar sobre la forma de garantizar su independencia y el establecimiento de obligaciones de servicio público informativo. En efecto, el gran problema de los medios de comunicación públicos en nuestro país es que su gobierno corporativo favorece su instrumentalización. En efecto, la composición política de los gobiernos corporativos de los medios públicos se ha estructurado en base a criterios de representación partidaria, con una fuerte dependencia del gobierno de turno, partiendo por la designación presidencial del presidente del directorio y cuoteo político de directores (misma situación de TVN). Eso sumado al vacío programático de sus regulaciones trae aparejado el riesgo cierto de su banalización y escaso aporte al desarrollo social, cultural y democrático de nuestro país. Siendo así el cierre de La Nación es simplemente atacar la fiebre pero dejar intacta la enfermedad.

No podemos sino extrapolar lo que hoy esta sucediendo con La Nación a lo que podría pasar con TVN en un corto plazo, más aún ahora que este gobierno ha manifestado su intención de avanzar en una ley corta que simplemente la iguala a los canales comerciales, manteniendo un gobierno corporativo que es el reflejo de los temores propios de la transición a la democracia, basado en cuoteos políticos y que asimismo ha propiciado su instrumentalización política por el gobierno de turno, esta vez el gobierno del mismo Piñera. Es así como quien critica este uso por parte de la Concertación respecto de La Nación es quien constituye esta misma falta respecto de la Televisión Pública. ¿El próximo paso cual es entonces?. Este gobierno seguramente apostaría por la privatización del canal, nosotros estimamos que es urgente que se avance en la modernización del gobierno corporativo, establecimiento de misiones de servicio público y financiamiento parcial de largo plazo, antes que sea demasiado tarde.

El problema es que en Chile no hay medios públicos independientes de las fuerzas políticas de turno, salvo los universitarios, que están en extinción.