«Cumpleaños»: algo que ver
Jimena Villegas / El Mercurio / Pegarle a la TV abierta es ya casi un hobby malo: se está pareciendo al ejercicio del árbol caído. La baja calidad de los noticieros, por ejemplo, es un lugar común. Pero pasa que a veces los canales también aciertan, como TVN con “Cumpleaños”, una mini serie que se está emitiendo en capítulos dobles.
Hecha por la productora Valcine y con dinero del Consejo Nacional de TV, dice más o menos así: la hermana de una muchacha que murió hace 10 años, justo el día de su aniversario, está convencida de que fue un asesinato y regresa del extranjero en busca de la verdad. Organiza una nueva fiesta e invita a los mismos amigos de entonces, porque cree ser capaz de dar con el homicida durante la celebración.
Como se ve, es una propuesta que redunda en la nueva obsesión de la red estatal por el suspenso en la ficción. Pero, a diferencia de lo que pasa en sus telenovelas y aunque aquí los personajes también tienden al estereotipo, “Cumpleaños” no provoca ganas de salir arrancando: los tiempos y el modo en que se desenvuelve la trama, con tensión pero sin agresión, no lo permiten. Cada invitado guarda motivos para ser el asesino, y en la medida que el relato avanza, con flashbacks de por medio, se ve por qué: todos, incluso la fallecida cumpleañera y su hermana vengadora, tienen algo que ocultar.
“Cumpleaños” no es un producto de ficción llamado a revolucionar reglas. Tampoco logra la profundidad emocional de “Los 80”, cuya inteligencia para hablarnos de cómo fuimos los chilenos es excepcional. Se agradecería además una protagonista (Fabiola Matte) con más recursos dramáticos. Pero tiene virtudes: sus juegos de posproducción con los colores, la apuesta por una intriga que se desenvuelve en sólo horas, los raccontos, un elenco de caras jóvenes, ritmo envolvente y algunos hilos atractivos. Por ejemplo, el de la pareja homosexual arrollada por la intolerancia y cuya historia al parecer cruza toda la tragedia. Digamos que ofrece una posibilidad nada desdeñable en estos tiempos: darnos entretención para una noche de domingo (22:30 horas) sin someternos a la monotonía de los estelares de talentos ni a la necedad de un reality show.