Damián Loreti: La batalla por democratizar el mercado de las ideas

el mercurio fachada 021ENTREVISTA DE OBSERVATORIO / Damián Loreti, abogado y doctor en comunicaciones argentino, estuvo de paso en Chile invitado por nuestro Observatorio y la Fundación Friedrich Ebert. La idea de su visita era compartir, con un grupo de parlamentarios y con los integrantes de la Mesa de Ciudadanía y TV Digital, su experiencia en legislación comparada de medios de comunicación y el sentido de su lucha por el pluralismo y la diversidad en Latinoamérica. Loreti fue uno de los redactores de los 21 puntos para una ley de Radiodifusión en Argentina, ha sido asesor de  gremios que agrupan a los trabajadores de la prensa y uno de los impulsores de la nueva ley de Servicios Audiovisuales del país trasandino. Este último texto legal, entre otras materias, puso límites a los monopolios comunicacionales, reservó una parte del espectro para las televisiones comunitarias y alineó a Argentina con los tratados internacionales de derechos humanos que incorporan uno fundamental: el de la comunicación.

En su paso por el país, Damián Loreti dialogó con nuestro Observatorio:

-Luego de tu experiencia en la redacción de los 21 Puntos o en el proceso de participación ciudadana en torno al proyecto para una nueva Ley de Servicios Audiovisuales en Argentina, ¿cuáles son los argumentos o los reclamos más sentidos de la ciudadanía en relación a los medios de comunicación?

– La gente participa de la idea de “Basta de monopolios” y a partir de allí van tomando cuerpo temas como la diversidad o la calidad de la información. Hubo movilizaciones multitudinarias como la del día en que se sancionó la ley en el Senado, cuando se reunieron 40 mil personas en la plaza del Congreso, o la marcha que se produjo para reclamarle a la Justicia por la medida cautelar que impidió la aplicación de la nueva Ley de Servicios Audiovisuales durante seis meses. Las universidades plantearon la necesidad de otro modelo de comunicación, de mayor pluralismo y de nuevos medios. Creo que la sensación más fuerte de parte de la clase política era la de ser rehén de la estructura comunicacional tan cerrada que tenía y todavía tiene Argentina. Por parte de los trabajadores del audiovisual surgió el anhelo de tener espacios para nuevas voces, nuevas estéticas, el fin de los monopolios. Creo que el tema común era: “basta de estar como estamos”.

-Ahora, ¿qué advertencias le haría a la sociedad civil chilena, considerando la experiencia Argentina, qué pasos se podría ahorrar un movimiento que quiere más pluralismo a las puertas de la TV digital?

– No ser excesivamente ambicioso, sino plantear un conjunto de principios inconmovibles en torno a los cuales haya consenso. En el caso nuestro fue un acuerdo muy amplio porque se reunieron organizaciones de derechos humanos, organismos de la sociedad civil, sindicatos, cooperativas, productores independientes, enfrentados a la lógica de terminar con la ley de la dictadura. Luego de este consenso básico, hay que desarrollar una enorme tarea de incidencia en la clase política, hacerle entender que hay otras formas de funcionamiento de los medios de comunicación. Oxigenar la discusión en esta materia me parece de una importancia enorme. En Argentina se logró plasmar una ley moderna con bases en el derecho comparado y el principio de la Comisión Interamericana de Naciones Unidas sobre libertad de expresión.

¿Se consideraron experiencias internacionales en este ámbito?

Cuando en el articulado se habla de transparencia, por ejemplo, respecto a saber quiénes son los dueños de los canales, qué programación ofrecen, etc., o la vocación de desmonopolización mediática, se muestra que el antecedente de eso es la ley de medios de comunicación en Estados Unidos. Cuando se proponen criterios destinados a fortalecer el mercado publicitario argentino, se dice que la referencia es Canadá. De esa manera hay un montón de fantasmas y mitos que desaparecen.

  

 

 

 

 

 

– Uno de los puntos de la discusión de la mesa de Ciudadanía y TV Digital en nuestro país ha sido el del espacio del espectro radioeléctrico que se debe reservar para el sector comunitario. ¿Cómo resolvieron ustedes este asunto?

Damián Loreti y Manuela Gumucio, directora del Observatorio
Damián Loreti y Manuela Gumucio, directora del Observatorio

33 por ciento de reserva para la TV comunitaria

 

 

– Bueno, en la Argentina no hay tercios, hay una reserva de un 33 por ciento para todos los servicios abiertos territoriales sin fines de lucro, pero hay más entidades sin fines de lucro que las comunitarias. En el caso de la radio, un tercio del espectro implica 17 emisoras en FM en una determinada área de cobertura y una cantidad incierta en televisión digital UHF. ¿Hay capacidad de parte de cada uno de esos sectores de sostener tamaña cantidad de emisoras? Yo creo que no. Entonces el tercio tiene que ser una capacidad de operación sustentable para los sectores que lo reclaman. 

– En el caso de España, el sector comunitario no pudo llegar a acuerdos claros y algunos optaron por migrar a Internet o mantenerse en el sistema analógico hasta cuando puedan. ¿Tiene sentido establecer reservas para sectores que después no tendrán como financiar las señales?

– Una cosa es el amor y otra cosa es el dinero. Una cosa es la previsión de mecanismos de garantía de administración de espectro que reconozcan la libertad de expresión y otra cosa son las líneas de financiamiento. Uno no puede hacer planteamientos que limiten la pluralidad en función de la falta de dinero, porque nos estaríamos pegando un tiro en el pie.

¿Qué sucede en el caso de ciertos grupos de interés como los pueblos originarios, por ejemplo, que normalmente no tienen recursos? ¿Cómo actúa el Estado para el fomento de esas televisiones?

Hay un programa de concursos con el diez por ciento de los gravámenes, que pagan las televisoras de libre recepción por el uso del espectro, destinados al sustento de proyectos de capacitación y fortalecimiento de esos sectores. Esto no necesariamente tiene que estar en la ley, porque si todo esto dependiera del Estado, pasaría lo que sucedió con las radios libres francesas en que les cortaron la publicidad y andaban los líderes gritando “queremos publicidad ahora y basta de subsidios estatales”. Además los tomarían de rehenes de la caja del Estado. Entonces existe un mecanismo que les permite acceder a publicidad, a subsidios de la mano de fondos concursables para facilitar el desarrollo de proyectos. Después hay políticas orientadas a distinto tipo de promoción. Por ejemplo, la ley tiene un artículo que específicamente habla de la creación de conglomerados para la generación de contenidos. Hollywood es eso. Los irlandeses han hecho lo mismo, los australianos también. Segundo aspecto: en la actualidad el ministerio de infraestructura en Argentina está haciendo junto al Instituto Nacional de Cinematografía y Artes Audiovisuales un llamado a muchísimos concursos destinados al financiamiento de proyectos sobre soportes para TV digital. Todo esto no necesariamente tiene que estar en la ley, de lo contrario no es una ley, sino una suma de consensos por acumulación. Además, en algún momento se acaba el dinero ante tantas necesidades de distintos actores.

El difícil acceso al mercado de los bienes simbólicosconsumismo

– ¿Cómo se resuelve la asignación de licencias para usar el espectro radioeléctrico?

– Lo que resolvió la ley es una audiencia pública obligatoria no vinculante con consideración del resultado a la hora de la asignación de la concesión.

-¿Se solicita un proyecto técnico y de contenidos a los interesados?

La ley estableció un mecanismo de audiencias públicas y la reglamentación probablemente incorpore la exigencia de la presentación de una memoria de lo actuado, por parte del licenciatario que quiere renovar, con una propuesta de ajuste en base a la experiencia obtenida que se someta a consideración de la población.

– Los medios pequeños o comunitarios están llenos de limitaciones para su desarrollo y no se visualiza un camino claro para que salgan de ese estado. ¿Los medios dominantes impiden de alguna forma el desarrollo de los pequeños?

– Para algunos es muy difícil entrar a lo que los americanos llaman el mercado de ideas. En el mercado de los bienes corrientes, uno usa un bien y lo agota y se acabó ese bien, por lo menos no recircula en manos de varios. En el mercado de los bienes simbólicos, el bien no se agota con el uso, se tiende con la misma unidad de producción a la generación de beneficios permanentes. Entonces, sin incrementar las unidades de producción se pueden aumentar las ganancias con un crecimiento cada vez mayor, con lo cual se producen situaciones de abuso de posición dominante. En este negocio no hay mano invisible del mercado. Por esa razón, la ley de comunicaciones de Estados Unidos restringe el abuso de posiciones dominantes o los procesos de integración vertical en el ámbito de las comunicaciones.

Pago de gravámenes por el uso del espectroconsumismo 2

– ¿En Argentina, los concesionarios dan algo a cambio del uso del espectro radioeléctrico que es un bien público?

En la Argentina existe el pago de un gravamen por la actividad de los servicios de comunicación audiovisual, que se paga de acuerdo a una escala que va desde la TV abierta de alta potencia en lugares de mucha concentración demográfica a lugares de poca concentración que están casi eximidos de gravamen.

-¿Y qué se hace con esos ingresos?

– Ese gravamen tiene asignación específica: lo que ingresa por TV tiene el destino de un 25 por ciento al Instituto del Cine el resto va a la autoridad de aplicación y parte de eso se recicla a Radio y TV Argentina, el medio público. El conjunto del gravamen, no sólo lo que se percibe por TV, permite aportar también a la actividad teatral y al Instituto Nacional de la Música.

– ¿De acuerdo a qué principios se establecieron cujotas de producción nacional en la Ley?

– Los sectores del audiovisual tienen protección en todas partes. Esa es la tendencia porque hay mercados con subsidios fenomenales como Estados Unidos, con fondos públicos puestos en diferentes mecanismos indirectos de promoción, versus otros mercados que lo único que ponen, en el mejor de los casos, es barreras, pero donde no existe una actividad estatal que tienda a promover la producción propia. El hecho de que la industria audiovisual no esté dentro de la Organización Mundial de Comercio, sino en el marco de la Convención Universal de Unesco de Protección a la Diversidad Cultural, nos indica que estamos ante un tema distinto, porque en lugares donde efectivamente existen monopolios la producción independiente es el único modo de que surjan voces distintas, de promover la diversidad.