El Caso Bombas y la responsabilidad ética de los medios
Observatorio de medios, Fucatel.
En el programa “Tolerancia 0” de Chilevisión del domingo 3 de junio, días después del polémico fallo que absolvió a los 6 inculpados del denominado “Caso Bombas”, el panelista Matías del Río preguntó a uno de los abogados defensores, Mauricio Daza, acerca de la condena a priori de los procesados por parte del Gobierno y la mayoría de los medios. Al hacerlo, comentó: “La prensa no estuvo muy a la altura… no estuvimos muy a la altura: la de ser inquisitivos, independientes y equidistante en el tratamiento de la noticia”.
La de Del Río ha sido la única autocrítica de los medios de comunicación que cubrieron este caso faltando a la objetividad, por lo menos la única que lo ha hecho expresa y claramente. Las críticas de cómo fue tratada esta noticia por algunos medios, en cambio, han llovido desde diferentes frentes. El mismo día del fallo, uno de los inculpados, Omar Hermosilla, se negó a conceder entrevistas a los principales noticieros de televisión abierta en las afueras del tribunal, y reaccionó violentamente ante los periodistas de los canales nacionales. Los acusó de haber participado en el montaje que se habría urdido en su contra. Al mismo tiempo, en las redes sociales aparecieron diversos videos recordando las primeras notas de algunos medios sobre el caso, donde se recurrió al uso de frases como “se logró desbaratar las células terroristas”, “casas ocupas eran las guaridas de más difícil acceso”, “organizaciones terroristas” y otras expresiones incriminatorias que daban por asumida la culpabilidad de los imputados y la contundencia de las pruebas en su contra. Sin embargo, al tratar hoy el Caso Bombas, los noticieros centrales de los medios aludidos han omitido informar sobre las críticas en su contra.
Ahora, cuando los imputados anuncian acciones legales en contra de sus acusadores, cabe preguntar: ¿Qué papel jugaron los medios de comunicación en este caso?
Matías del Río hizo una sentida autocrítica. “Faltó ser inquisitivos, independientes y equidistantes”, dijo. Es decir, faltó un tratamiento objetivo de la información. Falló ese imperativo ético que debe garantizar la objetividad y que debiera obligar a los medios a no dejarse llevar por la complacencia ante el poder político, económico, o ante cualquier grupo de interés particular o versiones parciales.
La autocrítica de Del Río podría extenderse al tratamiento de muchas otras noticias en Chile. En el último reporte de denuncias ciudadanas del Consejo Nacional de Televisión de 2011, los informativos, noticieros y programas de reportajes son el segundo grupo más denunciado por los televidentes, debido a una percepción de falta de objetividad, obstrucción de la información y censura. Entre los motivos de denuncia se acusa el “manejo sesgado de la información”, la “falta de pluralismo” y el “sensacionalismo”, y se critica, por ejemplo, el modo cómo fueron tratadas las movilizaciones sociales (marcha por la igualdad y movimiento estudiantil), y la omisión de noticias como la huelga de hambre mapuche y huelgas sindicales.
Lo anterior no deja de ser grave, considerando que el género informativo es uno de los más demandados por la audiencia y que los noticieros tienen también una importante incidencia en la agenda noticiosa, siendo uno de los principales medios de información de la ciudadanía.
Por esto es importante destacar la intervención de Matías del Río. Así mismo sería interesante que los noticieros de televisión abierta tuvieran la misma capacidad de autocrítica en el tratamiento que hacen de algunas noticias, puesto que, para bien o para mal, una condena televisiva puede ser tan lapidaria como una condena social, y no es el rol de la televisión ni de ningún medio asumir la culpabilidad o inocencia de inculpados y procesados, menos en los casos donde la justicia todavía no ha dictado una sentencia.