El reino en crisis de la tele-realidad vip
Por Sebastián Montecino / La Nación / No Tv / Las vacas están llegando más flacas. Que TVN estrene este lunes «Necesito una amiga», un talk show envasado del mismo género que el «Caso cerrado» (Mega) o el «¿Quién tiene la razón?» (La Red) nos habla de estrecheces. Y aunque TVN siempre ha tenido espacio para la programación envasada -teleseries y series, principalmente- se nota que el espacio para el error está reducido y las apuestas arriesgadas duermen en el congelador. El talk show envasado ha demostrado ser un digno relleno de horarios poco generosos, aunque es casi una capitulación frente a la competencia de la farándula más dura que campea a sus anchas al mediodía.
Y es que el segundo semestre nos aguarda con la crisis instalada en la TV, con una iniciativa cedida a las circunstancias y con el potencial renacimiento de la farándula a la vuelta de la esquina. A los chilenos, en tiempos de crisis, nos gusta ver estelares y evadirnos de nuestras pellejerías cotidianas (por eso el nuevo programa de Luis Jara tiene un futuro auspicioso). Ahora también descubrimos que nos gustan los reality, sobre todo los del género vip, esos que le meten el componente aspiracional de la fama y lo explotan sin consideraciones de ningún tipo.
Por algo se nos viene un tercer «Pelotón» recargado, plagado de famosos dispuestos a rellenar con su chimuchina las conversaciones de oficina, los «afteragüer» y las sesiones de peluquería.
Famosos «bailando por el caño», conocido por su nombre oficial «Fiebre de baile» (Chilevisión) viene a ser un híbrido: mezcla de estelar y reality vip. El programa de Julian Elfenbein no tiene empacho en reconocer su vocación farandulera. Y para rematar «1810», que trae segunda parte.
El éxito de «1810» parece sobrevalorado por las circunstancias. Hay demasiada expectativa centrada en las misma fórmula. Apuestas fuertes, con presupuesto, pero conservadoras en las ideas. De convivir todas con éxito, el desembarco farandulero será masivo. La sola idea me da escalofríos. Nunca he creído que los televidentes seamos víctimas pasivas de lo que programan y producen nuestras cadenas televisivas. Vistos como consumidores (que es como nos ven los canales), tenemos preferencias y esas preferencias se miden en rating. Más que el chancho y el afrecho, acá la cosa es como el huevo y la gallina.