Identidad de los canales: el rescate que viene
Claudia Guzmán / el Mercurio / Tragedias naturales y procesos eleccionarios -dos eventos de relativa frecuencia en nuestro país- han creado toda una escuela para el despliegue periodístico de la televisión. El caso del rescate de los 33 mineros atrapados en las profundidades de la mina San José permite unir, en medidas equivalentes, los elementos centrales de cada una de esas coberturas de interés nacional: emoción e información. Y de tan singular, se agrega un elemento aún más retador: impacto mundial.
Durante 70 días, la TV local ha desplegado en terreno su mejor esfuerzo para que la épica y la lírica tomen cuerpo audiovisual. Las emisiones que comenzaron ayer, y que prometen extenderse por 48 horas, no fueron la excepción. Rostros ancla en terreno, notas humanas, biografías de los protagonistas previamente preparadas, especialistas en estudio y lucimiento de recursos gráficos son regla en un evento así. Pero dada la prolongada transmisión, los excesos que se apartan del canon se hacen sentir.
Mientras Canal 13 puede enorgullecerse de una cobertura en la que los perfiles de los protagonistas a cargo de Constanza Santa María eran de impecable narración, también debe cuestionarse si entrevistar a una pequeña hermana de un atrapado haciéndola lucir un jockey con el logo del canal no sobraba. TVN, con una envidiable gráfica en 3D del proceso posterior al rescate y un despliegue territorial que sólo ellos pueden lucir, también abusó de la nota pintoresca con vendedores de mote con huesillos o de papas fritas en el campamento.
Está de más fijarse en si Mega fue el primero en buscar reacciones de la familia del primer rescatado tras el anuncio presidencial o si CHV fue el que descubrió en las imágenes oficiales que la cápsula de rescate iba acercándose al lugar de evacuación. También parece un detalle que TVN haya emitido el orden de los rescatados con segundos de anticipación. Todos hicieron su mejor esfuerzo, y el empate fue virtual.
Y aunque ese equilibrio de profesionalismo podría ser visto como una razón para celebrar, no habla bien de la diversidad de nuestra televisión. Es más, el comenzar a identificarlos a partir del exceso o del error arroja la urgente necesidad de marcar identidad en un contexto donde las fuentes privilegiadas no existen, donde la entrega oficial de la información es pareja y donde las líneas editoriales de los canales -a punta de cambios de propiedad y de planas ejecutivas trasplantadas- cada día tienden más a la homogeneidad.