Investigación Fucatel «Líderes Sociales Intermedios: Consumo y Valoración de la Calidad en la TV», 2013
Observatorio de medios, Fucatel
El debate contemporáneo en torno a la conceptualización del término calidad en la industria televisiva -nacional y global- se ha transformado en una verdadera «caja negra» que requiere ser definido y analizado en las múltiples aristas que hoy sirven o se utilizan para la defensa y la reflexión crítica de sus contenidos audiovisuales.
Fucatel está interesado en contribuir al desarrollo informado de este debate y en tal sentido se realizó a fines del 2012 y comienzos del presente año una investigación cualitativa exploratoria para indagar en torno a los parámetros actuales que sirven para definir en grupos de líderes de opinión intermedios lo que se entiende por buena y mala televisión. Sobre todo vinculada con la experiencia de consumo televisivo de quienes formaron parte de la muestra y de su experiencia de socialización con la TV.
Se trató de una aproximación a los marcos del debate simbólico y semántico sobre la calidad de la TV generalista, mediante entrevistas en profundidad a una muestra de más de una veintena de personas de distintos campos (medios de comunicación, realizadores audiovisuales, cineastas, abogados, sacerdotes, dirigentes sindicales y representantes de ONG’s). En todos los casos se trató de personas en posición de liderazgos intermedios y que mediante su interacción social influyen o sirven de referentes en las percepciones y las conductas de sus respectivos grupos de intervención.
Calidad como concepto complejo
No existe consenso en las ciencias sociales sobre cómo considerar o evaluar un contenido medial de calidad. No obstante, es posible vincularlo a condiciones socioculturales y a construcciones sociales que se reparten de modo desigual en los públicos.
En la actualidad se ha tendido a analizar el negocio del entretenimiento televisivo desde dos términos complementarios: taste y liking, derivados originariamente de pleasure en la Teoría de Usos y Gratificaciones: el primero referido al placer estético y la belleza, de uso extendido en el campo académico y públicos con mayor capital cultural o ilustrados. El segundo vinculado con preferencias personales o lúdico/emotivos/afectivos que permiten clasificar los contenidos a partir de las sensaciones agradables o desagradables que generen.
La calidad también puede ser situada en una dimensión técnico-formal respecto del nivel de recursos disponibles para el desarrollo de contenidos, programas o formatos televisivos. Y en términos simbólicos, la industria tiende a considerar la masividad como un indicador de éxito y de “buen hacer”.
Otras dimensiones que enriquecen el debate se vinculan con el pluralismo, la diversidad de géneros y formatos, la relación contenidos-realidad, la entretención informada, la promoción de la integración social, las reglas que definen estándares y funciones en la televisión pública, las políticas de acceso a la tenencia de medios y la conformación del sistema televisivo y su regulación.
A modo de síntesis
Hay tensiones básicas que determinan la percepción de la calidad y “buen hacer” en el contexto de la oferta de la TV abierta. Una de ellas es la lógica mediacéntrica imperante dentro de la industria concebida como un negocio de fidelización de audiencias, respecto de la lógica sociocéntrica que tiene por base las demandas y condiciones de realidad de los distintos grupos sociales.
En este campo está instalada la percepciónque los canales de TV generalista conciben a las personas unidimensionalmente como consumidores y no como ciudadanos.
Los entrevistados demandan una mejora de las ofertas. No obstante, las disposiciones y expectativas varían respecto de los grupos más distantes de la TV abierta hoy, cuyos referentes de calidad se encuentran en la TV de pago y miran a la industria generalista con nostalgia, recelo y desengaño.
Los contenidos valorados o considerados consensualmente como de calidad en este estudio coinciden con asociaciones proyectivas de los entrevistados respecto de atributos de funcionalidad, representación y contribución al desarrollo social. Los referentes involucran un proceso de incorporación racional de los contenidos, predominando dos productos hegemónicos de ficción nacional en la pantalla abierta, los 80 y El Reemplazante. Así mismo se valora todo programa que amplíe las miradas y dé cuenta de los desafíos principales de la sociedad civil, en pro de mejorar la calidad de vida. Esto se vincula directamente con la representación de temas como la crisis educacional en el caso de El Reemplazante o del repaso a los ejes que marcaron la convivencia nacional durante el régimen militar, como ocurre con Los 80.
Los ejes que emergen de esta experiencia exploratoria quizá reafirman impresiones anteriores; no obstante, el debate para consensuar criterios de calidad es un problema que sigue pendiente en la sociedad chilena. Al respecto, asegurar un acceso sin trabas a contenidos diversos y plurales, junto con la libre expresión de las ideas -sin sesgos valóricos, ni ideológicos, ni de género -, es un punto de partida razonable para enfrentar la toma de decisiones entorno a las reformas legales en el campo de las políticas públicas que configurarán el escenario de la Televisión Digital Terrestre en Chile.
El estudio fue realizado por equipo Fucatel. Coordinado por el periodista y académico Luis Breull, y trabajo de campo a cargo de Bernarda Aguirre.