“La Tierra en que mentimos”
Sergio Paz / Wiken / El Mercurio / De tanto hablar de desechos y contaminación, la basura ambiental terminó pasándole la cuenta a Sergio Nuño. Una lástima. Una pena. Pierde la televisión. Perdemos todos. Como bien lo han dicho los internautas en cuanto foro existe, tras el incidente Celco termina un programa histórico que, con rigor (y a veces lata, cierto también) siempre habló de Chile (su gente, su flora y fauna, su geografía) y no de rinoplastías, cahuines varios y, en general, esa vacuidad que terminó instalándose en TVN una vez abandonado el modelo de televisión cultural que, con tan buenos ojos, todos constatamos cómo funcionó desde mitad de los 90.
Seré sincero: soy de los que piensan que Nuño se preocupó más de su helicóptero y las insignias en sus chaquetas outdoor que la gran batalla medioambiental que las últimas temporadas de su programa prometía. Claro que, a fin de cuentas, ése y no otro parecía ser su derrotero: lo de Nuño fue siempre un cansino monólogo, una prueba de que, en nuestra televisión el documental de naturaleza siempre se malentendió como un viaje de boyscouts; por lo menos carente de verdadero presupuesto. Y, por qué no decirlo, también de precisión. Para qué vamos a hablar de humor.
Lo de Nuño siempre fue un yo, yo, yo. Y, bueno, cuando las cosas son así terminan como terminan. En este caso con “La Tierra en que vivimos” –un clásico, un programa más que respetable, admirable– bien estrellado en horario prime. Y con Nuño llorándonos lo que hace o no cuando está “cesante”. Por favor.
En los últimos días hemos conocido bien la historia: cuando se han entregado los peritajes oficiales en el marco de la demanda civil interpuesta por el Consejo de Defensa del Estado en contra de Celco por los daños en el río Cruces y su desquiciado impacto en la comunidad valdiviana, TVN emite un programa en el que se omiten varios, muchos estudios (ordenados por el Primer Juzgado Civil) que serían concluyentes en demostrar la culpabilidad de la planta en el desastre. Nuño (y algunos otros estudios) pensaban otra cosa. Y está bien. Pero ¿por qué omitió una parte? Sorry, pero omitir es mentir.
Para más remate, el programa –que se había realizado dos años atrás, un despropósito considerando la gravedad del tema– termina con parte de las imágenes grabadas, con presupuesto de “todos los chilenos”, utilizado en un documental sobre el mismo tema realizado por Sergio Nuño y costeado por Celco. ¡…! Cielos. ¿Qué pasó aquí? ¿Nadie pregunta nada en TVN? Sinceramente, no lo sé.
Otrosí: Una cosa es que Nuño aceptó dinero (aún no sabemos cuánto) del Goliat todopoderoso, pero otra es que el mismo programa carecía del mínimo rigor que uno supone para un caso así de emblemático. No es necesario ser un ambientalista para saber que fue, justamente después del caso río Cruces, que se reformó la ley y se crearon el Ministerio del Medio Ambiente, la Superintendencia Medioambiental y el Servicio de Evaluación Medioambiental. Entonces cómo es que en el programa emitido no había más que la versión de Sergio Nuño. No estaban las ONGs alegando, ni Celco respondiendo.
¿Qué pasó finalmente? Pues cortaron “La Tierra en que vivimos” para hacernos creer que era la solución salomónica. Pero ¿lo era? ¿Acaso ya está listo el programa de reemplazo? ¿Emitirán, en los próximos días, un programa especial en que se resumirá todo lo que realmente ha pasado y, de paso, pedirán perdón pues está bien pedir perdón?
¿Por qué no? Lo que pasó es muy grave. Y, ciertamente, no sólo fue Nuño el que se equivocó y transformó “La Tierra en que vivimos” en “El planeta en que mentimos».