Mucho ruido y pocas nueces
El protagonismo televisivo que ha alcanzado la violencia parlamentaria refleja lo que ha sido la cobertura de los noticiarios centrales a la contienda electoral en su conjunto, tanto presidencial como legislativa.
Las campañas electorales están llegando a su ocaso, a sólo una semana del gran evento de la política chilena. Lejos de aquietarse, la lucha por conquistar las cómodas poltronas del adefesio arquitectónico de Valparaíso está al rojo vivo, tanto en las calles como en los noticieros de televisión. Las peleas entre los comandos ha sido la principal noticia de estos días, con lo cual se ha descubierto el velo que invisibilizaba a la contienda parlamentaria, que a lo largo de los últimos meses apenas sumó breves minutos en los programas informativos de los canales de señal abierta.
La reyerta entre Joaquín Lavín -un peso pesado en las lides políticas- y Francisco Chahuán -el entusiasta retador- ha sido la que ha generado mayor expectación, con varios golpes por bajo la línea de protección: actos de montaje, destrucción sistemática de propaganda e intentos por hacer “desaparecer del mapa” al compañero de lista, como denunció Carlos Larraín, el coach del novel púgil de RN. Pero ésta no ha sido la única pelea que han transmitido los noticiarios de TV. Una serie de duelos preliminares, con luchadores de menor estofa, ha condimentado la velada boxística-electoral: Sabat vs. Álvarez, Accorsi vs. Iglesias, Rubilar vs. Jofré.
El protagonismo televisivo que ha alcanzado la violencia parlamentaria refleja lo que ha sido la cobertura de los noticiarios centrales a la contienda electoral en su conjunto, tanto presidencial como legislativa. En estos programas periodísticos hemos visto una metacampaña: la campaña sobre la campaña. La pauta informativa ha estado conformada principalmente por las actividades cotidianas de los candidatos -sus visitas a las ferias o a la población de turno-; por las disputas de poder que supuestamente desangran a los comandos; por las críticas, réplicas y contra réplicas entre postulantes; por las rencillas verbales y no verbales entre ellos y sus seguidores; por las estrategias para captar el voto de la juventud, la tercera edad o el campesinado. ¿Cuáles han sido los grandes debates que están en juego en estas elecciones? Pocos, muy pocos. Los noticiarios no han profundizado en las propuestas de los candidatos. Tampoco han dado tribuna para que otros actores de la vida nacional expresen sus puntos de vista en esta mega discusión sobre los fines de la sociedad y los medios para alcanzarlos que debiera ser una elección. En definitiva, mucho ruido y pocas nueces.
Los jefes de prensa y editores periodísticos de los canales de TV tienen argumentos en su defensa. Los telediarios de las nueve son sólo un apretado compendio de los principales acontecimientos de la jornada –pueden sostener-, por lo cual no es justo exigirles profundización, contextualización, ni espacio para el debate largo y reflexivo. Para eso están los programas de análisis político, los foros presidenciales, los informativos de medianoche. Sin embargo, el problema es que los noticiarios centrales -que se transmiten en un horario de alta audiencia- constituyen la gran instancia por medio de la cual los chilenos conocen el Chile de hoy y construyen su imagen acerca de la realidad. Lamentablemente, con los contenidos que éstos ponen a disposición de sus telespectadores, es muy difícil tomar una decisión consciente e informada el 13 de diciembre. //LND