Mural «vida y Trabajo»: Nace un gigante en el metro

Desde el próximo martes, la estación Parque Bustamante lucirá el mural más grande de Chile, pintado por «Mono» González. 

Daniela Silva Astorga

La tercera es la vencida. Alejandro «Mono» González (62), uno de los muralistas fundadores de la Brigada Ramona Parra, intentó dos veces plasmar su arte en las estaciones Neptuno y Santa Ana, en los 70 y los 90. Al final, en 2007, le hicieron un ofrecimiento clave: «Como se cumplían los 50 años de la Asociación Chilena de Seguridad y 30 años desde que yo coloreé un muro de su hospital, Eugenio Heiremans (director ejecutivo) pensó que, para celebrar y homenajear al trabajador, creara otro mural». Hoy, con todo listo, «Vida y trabajo» es una obra de enormes dimensiones: 223 metros lineales y 673 metros cuadrados que bañarán de color la estación Parque Bustamante.

Cuando recibió la invitación, no había tiempo que perder. Aunque el «Mono» tiene repartidos muchos murales a lo largo del país (partió a los 20 años), nunca se había involucrado en algo tan grande, que demandara un trabajo lento: estuvo un año haciendo bocetos con acuarela y, finalmente, tardó 9 meses en construir y pintar, en su taller, los 92 paneles que rescatan íconos de su brigada. Y consiguió mantener el impacto rápido del arte callejero: «Es como el montaje de una película, cuadro por cuadro, sin la narrativa del muralismo mexicano. Con una reiteración de figuras que te dan la espalda, que te miran desde atrás o de lado y te recuerdan al trabajador, la mujer, los mártires, el sufrimiento, la alegría y la muerte, con optimismo. Como debe ser la vida, esperanzada entre crisis y desesperanzas».

En esta obra, el «Mono» respeta su sello: negro, colores primarios y trabajo en equipo (en este caso, de tres). Pero un mural de esta magnitud podría verse como su paso desde brigadista popular a artista «top». Él dice que ése no es tema, pero sí reconoce: «Esta vez no escatimé en gastos. Antes, usaba los materiales más baratos y así muchas pinturas duraron poco. Acá, la calidad es intransable. Queremos que esta obra se mantenga por muchos años y por eso elegimos la mejor materia prima». El proceso también es más cuidado, con cuatricromía: colores planos por capas y algunos en degradé, con veladuras que producen claros, oscuros y profundidad. Y al final, algo que le recuerda a Matta: «En vez del paño con que él limpiaba sus aguadas, yo uso la lija. Volví a trabajar con las manos».