Santiago Schuster: «Para mí no era un trabajo, era una causa»
Óscar Contardo / El Mercurio / Propiedad Intelectual Habla el ex director general de la SCD / La renuncia del director de la SCD sucede cuando se discute en el Senado el proyecto de Ley de Propiedad Intelectual. Un proyecto que tiene en alerta a los artistas. Esta semana se hizo efectiva la renuncia de Santiago Schuster a la dirección de la Sociedad Chilena del Derecho de Autor. Fue el costo que debió asumir el abogado después del incidente del software sin licencia cargado en un computador de la SCD durante una presentación a cargo de Fernando Ubiergo.El caso está siendo investigado por una auditoría externa.
Schuster se toma su salida con el mejor humor posible. Su vida profesional ha estado vinculada al tema desde 1984, cuando el músico Mario Baeza -«fui parte de su coro»- lo invitó a participar de un proyecto ambicioso: traer a Chile a Claudio Arrau y pavimentar el camino para otorgarle el Premio Nacional. Arrau tenía pasaporte norteamericano y era necesario hacer un estudio jurídico que probara que aun seguía siendo chileno. Una cosa trajo a la otra. «En esa época -explica Schuster- no existía literatura sobre derecho de autor en el país, tampoco se sabía lo que ocurría fuera». Trabajó en el Departamento del Pequeño Derecho de Autor de la U. de Chile, predecesor de la SCD que sólo logró autonomía y reconocimiento legal en 1992. «Fue el primer proyecto cultural del gobierno de Aylwin», añade el abogado.
Por todo eso le cuesta dejar de hablar de «nosotros» cuando se refiere a la SCD.
-¿Qué ha significado salir de ese nosotros repentinamente?
«Para ser franco, no me veo en mi futuro profesional fuera del nosotros. Yo en el derecho de autor no he tenido un trabajo, he tenido una causa. Claro que existen caminos para seguir trabajando en el tema».
-¿Costó presentar la renuncia?
«No costó. Pero dolió. La decisión era súper clara. Nosotros tenemos una política impecable de licencia de derecho en informática. Tenemos más licencias que computadores. Hay una auditoría sobre lo que sucedió, pero nuestra política es clarísima. Aquí lo importante fue que no sólo hay que ser la mujer del César, sino parecerlo. Para nosotros fue importante que la escalada de acusaciones era un daño que podría llegar a minar el prestigio de la SCD. Por eso no hubo duda para presentar la renuncia».
-¿Sobrepasó la tecnología la idea del derecho de autor?
«Yo diría que al revés. Los derechos de autor son producto de la tecnología que hace que los autores no puedan administrar individualmente sus derechos por la multiplicidad de usos que se le da a su obra. Las sociedades de gestión colectiva, como la SCD, lo que hacen en el mundo es permitir que se desarrolle un mercado de derecho que de otra manera no existiría».
-Pero aun no se ajusta a la realidad de internet…
«En el ámbito de los derechos de autor, internet es un mundo sin resolver. Todavía no ha tenido lugar el cierre de un proceso donde los que están aportando contenidos puedan obtener una retribución por las utilidades que generan esos contenidos. Los únicos que están obteniendo una rentabilidad por estos contenidos son los prestadores de servicio».
-En el caso chileno, ¿qué área de la creación es la más afectada?
«La música, y eso lo demuestra la sustitución de los canales normales de distribución de música. Hablar de perjuicio es un tema meramente económico. Yo creo que la pregunta más adecuada es quiénes están dejando de participar en el valor que entrega hoy día a las comunicaciones de internet. Los que tienen problemas son aquellos que esperan poder vivir de su oficio de creadores o los que son capaces de generar contenidos y no pueden recuperar la inversión».
– En la discusión del proyecto de ley de propiedad intelectual la contraparte de la SCD es un grupo constituido por ONG, gremios como los bibliotecarios y los prestadores de servicio de internet. ¿Quiénes tienen más poder de cabildeo?
«Yo no soy el que puede evaluar el poder de lobby, pero quiénes tienen más poder económico… y si el cabildeo depende del poder económico es claro que tienen más poder las industrias de las telecomunicaciones que prestan servicios de conexión a internet. Otro asunto es quienes tienen más poder de convicción, la capacidad de involucrar intereses que nos parecen contrapuestos… porque nos parecen más afines los intereses de las bibliotecas con los autores que los intereses de las bibliotecas con las industrias de telecomunicaciones».
-Pero bibliotecarios y prestadores de servicio de internet aparecen defendiendo las mismas propuestas en Chile.
«La razón de fondo es que las mismas personas que están asesorando a las bibliotecas están apoyando el tema de las industrias de telecomunicaciones, los proveedores de internet. El gran problema que tiene hoy el derecho de autor en hacer conciencia en los legisladores es que hay una visión errónea de lo que significa participar en la sociedad del conocimiento. Esta visión errónea se fundamenta en que la manera es tener la plataforma más debilitada posible en materia de derecho de autor. Eso a nuestro juicio es un error, porque nos presenta sólo como un país que consume contenidos y no como una sociedad que puede hacer una oferta de contenidos. Hablo de obras, de invenciones, diseño, creación audiovisual, publicidad. Debemos plantearnos el valor que hoy tienen las industrias de contenido. Ese debiera ser el eje para tener un desarrollo en creatividad, innovación y tecnología».
-¿Lo que han hecho en Francia, legislando para controlar las descargas ilegales, es un modelo a seguir?
«No. Creo que el gran éxito de quienes tienen una posición contraria al derecho de autor ha sido enfrentar al autor y al ciudadano. Han logrado que el problema sea entre ellos y que las industrias que están en medio haciendo el negocio no tengan nada que ver porque su rol sería sólo altruista. Nosotros decimos que la estructura de costos de las industrias proveedoras de servicios de internet tiene que modificarse porque no consideran el ítem del derecho de autor. Consideran la publicidad que hacen y los pasajes en primera clase de sus ejecutivos, pero no el trabajo de las personas que hacen posible que esos contenidos existan y que hacen que la gente se suscriba a la banda ancha. Es una falacia decir que el público va a tener que pagar más si se incluye el derecho de autor en esa estructura de costos».
-¿Eso ha pasado en alguna parte con los proveedores de internet?
«Es un tema que está en discusión. De hecho, la próxima cumbre de derecho de autor en Washington tendrá en discusión el tema».
Claves
Santiago Schuster es abogado y profesor de la Facultad de Derecho de la U. de Chile. Comenzó a trabajar en el tema en 1985 en lo que en ese entonces era el Departamento del Pequeño Derecho de Autor de la U. de Chile. Una repartición que Schuster ayudó a transformar en lo que sería la actual SCD. Uno de los hitos que fortaleció la idea de una sociedad de gestión colectiva fue el juicio que iniciaron contra el Festival de Viña del Mar a fines de los 80. «Ese juicio fue largo, llegó hasta la Corte Suprema y lo ganamos». Actualmente la SCD está atenta a la discusión del proyecto de ley de propiedad intelectual que reemplazaría una ley de 1970. El proyecto actualmente está siendo discutido en el Senado en una comisión de Economía y Educación.