CHV versus CNTV: a autorregularse, señores
Jimena Villegas / El Mercurio / El miércoles 18, el Consejo Nacional de Televisión (CNTV) volvió a caer sobre su presa favorita, CHV, y esta vez —por desgracia— es difícil no encontrarle algo de razón: multa de 400 UTM, unos $15 millones, por las rutinas de Óscar Gangas y Mauricio Flores en el último Festival de Viña. Ambos humoristas, siguiendo una línea bastante tradicional en la “chistología” local, las emprendieron a costa de los homosexuales. Según el CNTV, afectaron “la dignidad de sus personas” y vulneraron “el principio pluralista».
Lo primero: en un país como el nuestro, que está aprendiendo sobre el respeto colectivo a las minorías y que parece estar muy atento al bullying social, el Consejo -últimamente muy activo en su rol fiscalizador- se asoma como un organismo que intenta ser empático representando a un sector frágil. Las “sutilezas” —según la estación televisiva, fuera de libreto— de Gangas y Flores en torno a agujeros íntimos y tics daban para provocar enojo, al menos de algunos. Además de incorrecto políticamente, es muy fácil hacer escarnio de quienes no pueden defenderse: gordos, gangosos, ciegos, discapacitados físicos, homosexuales.
El punto, sin embargo, es otro: ¿es necesario que venga un ente regulador externo decir qué debe o no debe exhibir un canal y, en consecuencia, qué debemos ver o dejar de ver los espectadores? La tendencia en un país como el nuestro, que mientras aprende de convivencia colectiva también defiende a ultranza la libertad individual, dice que no. Para eso tenemos los televidentes el control remoto y hacemos zapping. Y para eso las televisoras cuentan con aquello que llamamos autorregulación. Se espera de actores tan relevantes como los canales de TV que tengan la capacidad de saber cuáles son los límites entre lo ofensivo y lo inocuo, o —aun mejor, si quieren ser irreverentes— que demuestren la inteligencia de transitar por esas fronteras sin irritar gratuitamente: una cosa es reírse de los homosexuales (o de los ciegos o de los gangosos) y otra es reírse con ellos.
Al menos, está claro que el asunto de las rutinas cómicas de Viña del Mar no puede escapársele de las manos a CHV: a través del animador del evento, Rafael Araneda, anunció el viernes que hará cambios al respecto. Bienvenida sea la iniciativa: más perspicacia editorial evitará, por el bien de la propia industria, seguir despertando apetitos fiscalizadores.