Doping Mediático
Álvaro Cuadra / doctor en Semiología y Letras de La Sorbona / Si en algún lugar del mundo, algún gobierno decidiera controlar a la población instilándole una fuerte droga a través de la red de agua potable, estaríamos ante un escándalo de pesadilla. En cambio, cuando muchos gobiernos del mundo deciden controlar sociedades enteras mediante un hábil manejo de los medios de comunicación, nadie parece advertirlo. No se trata de una nueva teoría conspirativa al estilo 1984. En el mundo de hoy, asistimos a una suerte de doping mediático: las grandes cadenas mundiales de televisión representan apenas la parte visible de una red planetaria que administra lo que la humanidad tiene derecho a conocer de lo que acontece día a día.
Hace ya varias décadas que los gobiernos descubrieron el llamado «poder de los medios» y que el problema de la comunicación pasó a tener un papel protagónico en el ámbito político. Como se ha señalado, la Primera Guerra del Golfo muestra con toda su fuerza la nueva situación mediática. Las imágenes televisivas fabrican el presente histórico minuto a minuto, haciendo coincidir sus flujos digitalizados con los flujos temporales en la conciencia de millones de seres en todo el orbe. Chile, como parte del sistema – mundo, no está exento de este fenómeno. Los tentáculos de esta red mundial ni siquiera están mediados por estaciones locales. CNN Chile y NBC-TVN representan no sólo una convergencia tecnológica y de capitales sino un maridaje político global.
Para constatar la manera en que se administra la información periodística, no basta con observar lo que se nos ofrece como «noticia», sino al contrario, debemos atender a todo aquello que se oculta, aquello que no merece ser reconocido como «noticia». Si bien el «silencio» es la manera más obvia de esta operación televisual, existen otras formas más sutiles que tienen que ver con el «tratamiento» de la información.
Observemos algunos temas «sensibles» que en nuestro país están completamente administrados, entre ellos: Crisis económica, Derechos Humanos, Temas indígenas, Medioambiente. La población es sometida a un proceso continuo de estímulos cotidianos que actúan como «distractores» asociados generalmente al «entertainment»: farándula, deportes, crónica roja, festividades religiosos y, desde luego, la calendariedad del consumo.
El resultado de un proceso de doping mediático al que estamos sometidos es una población indiferenciada, desprovista de toda conciencia histórica, que bascula entre el miedo a la amenaza de la delincuencia y el éxtasis del consumo, cuyo único horizonte es la búsqueda de una instancia de orden y protección. En pocas palabras, la población adquiere un carácter social profundamente conservador y timorato.
Esto explica el estado de desmovilización en que está postrada la población chilena ante los abusos de que son objeto. Esta modalidad de «control social» adquiere inusitada fuerza y agresividad en los actuales tiempos de crisis económica mundial, con toda su secuela de cesantía, miseria y pérdidas cuantiosas en la capitalización previsional. El doping mediático es la forma que toma el fasto en las sociedades burguesas del siglo XXI, un fasto que junto a la represión policíaca o militar y a la seducción del consumo, sirve al control social. Como en algunos cuadros psicopatológicos, el Chile actual evidencia la paradoja de vivir cotidianamente una realidad ajena a su memoria histórica, y en el límite, disociada de su entorno concreto e inmediato.
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