El Chile de este terremoto

terre y prensaSol Serrano / El Mercurio / «El terremoto ha mostrado otra faz de Chile. Una faz que se devela a la velocidad y al ritmo de la propia tragedia. Una faz que los medios de comunicación recogen y también contornan. Ellos han sido, finalmente, los grandes actores de esta jornada». 

«Terremoto en Chile. Pocos heridos”. Ese fue el titular ganador de un concurso que hizo un grupo de periodistas ingleses en la década de los 50 sobre el titular mas aburrido que podían imaginar. Así lo relatan dos grandes historiadores anglosajones para ilustrar la ignorancia de norteamericanos y europeos sobre América Latina en ese entonces.

La novedad no está en que haya terremoto en Chile. La novedad reside y ha residido siempre en Chile frente a un terremoto. Esta vez no fue precisamente un titular abúlico para la prensa mundial. Por el contrario, fue una noticia llena de consternación, de solidaridad, de empatía con un país que se había esforzado mucho por hacer las cosas bien. Y los resultados se notaban. Pero el atleta se esguinzó en plena carrera.

Ese país, que la prensa mundial ha visto con afecto, se condice también con el país que los chilenos habíamos vivido en la reciente campaña presidencial, tan novedosa como comedida, ordenada y finalmente respetuosa. Parecía un país tan optimista que hasta sus jóvenes se dieron el lujo de no votar porque finalmente, díganlo o no, sienten que nada grave está en juego.

El terremoto ha mostrado otra faz de Chile. Una faz que se devela a la velocidad y al ritmo de la propia tragedia. Una faz que los medios de comunicación recogen y también contornan. Ellos han sido, finalmente, los grandes actores de esta jornada. La información ha circulado exactamente en el sentido inverso de la comunicación. Allí donde llegaron las cámaras y nos mostraron a todos los chilenos las magnitudes del dolor, la carencia y el abandono, las instituciones que debían llevar el socorro sufrieron graves problemas por falta de comunicación. No en vano la primera ayuda que Hillary Clinton le dio a la Presidenta Bachelet fue un teléfono satelital.

El país que se devela estos días –con miserias humanas pero sobre todo con enorme solidaridad- es aquel de la precariedad, que ya no tiene que ver con la carencia sino con la calidad.

Por lo mismo, estas dos etapas –la de asistencia básica y la de reconstrucción- requieren un diseño que no es evidente ni menos puede ser convencional.

Pedro Aguirre Cerda asumió como Presidente de la Republica después de una reñida elección en diciembre de 1938. El 24 de enero fue el terremoto de Chillán. Murieron, según investigaciones recientes, alrededor de 24 mil personas en un país de 5 millones de habitantes. Las comunicaciones se cortaron totalmente, especialmente esa columna vertebral del país que no era la carretera, ni el teléfono ni siquiera el telégrafo, sino el ferrocarril. En los anales de la historia quedó que ese había sido el momento de nacimiento y de gloria de la radio como medio de comunicación. Ella no sólo informó sino principalmente comunicó. El enfrentamiento de la tragedia –eso es lo original de aquel terremoto- se insertó dentro de un concepto de desarrollo. Aguirre Cerda le dijo al Congreso que esta vez se trataba de un concepto más amplio de solidaridad, que la reconstrucción no consistía en levantar lo que había, sino no construir un nuevo país. De allí nació la Corfo.

Si entonces la batalla tenía un carácter tan ingenieril, de construcción gruesa, hoy es de sintonía fina. El gobierno que asume esta semana ha señalado que tendrá que ajustar su programa para enfrentar la catástrofe. Quizás sea todo lo contrario y lo que se necesite sea un plan de construcción inspirado en un programa de gobierno y en una visión del país que incorpore las precariedades que se han hecho patente en estos días al corazón de su diseño.

Más que nunca, la recuperación requiere de un concepto programático. No se trata sólo de levantar lo caído, desde la dignidad y la confianza hasta el techo y la sed. Se trata de la calidad con que cada uno debe responder por lo que promete y por lo que hace.

El terremoto del 39 no fue una “oportunidad” para el recién asumido Presidente Aguirre Cerda. La recuperación de ese terremoto, sin embargo, tuvo un concepto que fue crucial para el historia de Chile. Es el concepto que el cambio de esta semana permite construir.