El desastre de la noche mundialera
Sergio Paz / Wiken / Cosas buenas y malas ha hecho el Mundial por la TV local. Entre las primeras se cuenta la llegada, el aterrizaje de Iván Zamorano, quien se sentó entre Carcuro y Solabarrieta, Tuco y Tico a estas alturas, aportando incluso notas de humor. Fue raro lo que pasó: con los comentarios de Zamorano uno finalmente pudo comprobar que hay espacio para una tercera opinión. Y más. Ayuda a eso que Zamorano no se calla. Es más: corrige, precisa, se va en contra. OK: es cursi, siútico, conjuga mal los verbos (Simce=0), lo peinan demasiado, pero así y todo se las arregla para opinar y destrozar. Incluso fuera de la cancha, Zamorano sigue siendo un gran valor.
Otro punto a favor ha sido la consagración final de Francisco Sagredo; un tipo que a diferencia del chupete de fierro de Guarello (QEPD) no se hiperventila, se mantiene sereno, aportando con una visión global (e informada) de lo que pasa aquí y allá. Cierto es que los del Área de Fútbol de TVN (ellos dicen Área Deportiva) debieron haber llevado a Constanza Patiño para que en esa concentración hubiera algo sexy (cielos ¿cómo se la perdieron?), pero al menos (hace rato) Sagredo se sacó los lentes. Y, por cierto, ya se erige como el seguro número 2.
Resumen: en Sudáfrica todo tranquilo. Bien. Piola. Una pena, eso sí, que aún no aparezca un nuevo Carcavilla. ¿Por qué los de TVN no llevaron a la chica divertida de «Hora 25», lo único bueno que tiene «Hora 25»? Por lo pronto, la sorpresa ha sido el periodista chileno que informa de lo que hace y no hace nuestra selección para el programa de Fernando Niembro.
Acá en casa, sin embargo, todo mal. Tonka Naka. Bombo Fica una lata. A Stefan Krammer le está faltando guión. O quizás lo contrario: le está sobrando. En su contra juega el hecho de que los nuevos futbolistas ídolos no son tan dados a la entrevista. Y, por lo mismo, en el fondo no se conocen tan bien. Igual piola. Sigue haciendo reír el camaleón.
Lo único que es un desastre es la noche mundialera: aquí y allá. A falta de pauta y contenido periodístico vamos poniendo a Quenita y a su ex; Nabih Chadud, el nuevo descerebrado de la TV. Una lástima comprobar que, lo que en verdad heredamos de la era Daniel Fernández, es una televisión pobre y desprolija, una tele ratona que, a falta de huevos e ingenio, no ha hecho otra cosa que vivir del famosillo de moda. Sin embargo, lo que sirve para salvar «El baile», «El circo» o lo que sea, no es suficiente para un programa mundialero, que no debiera ser otra cosa que una gran fiesta nacional.Fue lo que resultó en Francia 98. Había risa, entusiasmo, plata. Y ahora, que las cosas están mucho mejor, hasta el público invitado pifia cuando Quenita se gasta una hora del programa en explicar que no es prostituta. ¡Cielos!
¿Para eso tanto plasma, tanta pantalla LCD? Para ver los partidos, bien. Para todo lo demás, es bueno saber que los nuevos televisores se apagan igual de fácil.
Sergio Paz.