La TV no sólo está en deuda con la no discriminación sino con los derechos fundamentales
Hoy se publica en EMOL una sentida nota sobre la deuda de la televisión abierta nacional con el plularismo, la no discriminación y la protección de la dignidad de las personas.
Sin perjuicio de que no podríamos estar más de acuerdo con este llamado de atención, no podemos sino advertir que los medios de manera sistemática han silenciado las afectaciones de los medios a estos bienes jurídicos, ya sea al no prever instancias de conversación, regulación y/o control de lo que muestran las pantallas, bajo el pretexto de una interpretación extensiva de la protección a la libertad de expresión, desconociendo la responsabilidad social de los medios.
En efecto, la responsabilidad social de los/as comunicadores/as trasciende al deber informar sobre hechos particulares que la contingencia determine como noticiosos; con su labor, los comunicadores median entre los hechos sociales y la comprensión de los mismos por los distintos sectores de la sociedad, a través no sólo de los noticieros o programas de información, sino además de los programas de entretención, reportajes, etc., (Uranga, 1999). De ahí que su rol sea crucial para el desarrollo democrático, armónico y garante de los derechos humanos.
Antes de este episodio no se había visto que las voces de la prensa comercial se alzaran con estos mismos ímpetus frente a la recurrente y sistemática vulneración de los derechos de las personas que son sujetos de la noticia. Es el caso de la sistemática asociación de personas d de la etnia mapuche con hechos calificados de «terroristas», de los habitantes o personas provenientes de ciertas zonas como «personas peligrosas» o la asociación de niños, niñas y adolescentes como «amenazantes delincuentes, obviando por lo demás informar las condiciones socioculturales que deben enfrentar estos grupos vulnerables.
Este tipo de circunstancias sí que afectan los derechos fundamentales de los aludidos, más aun cuando al mismo tiempo se omite la violencia o abandono social que son objeto esos mismos grupos o las motivaciones y contexto histórico que rodean los hechos que se informan. La parodia que hoy se eleva como gran afrenta no alcanza ni siquiera a un mínimo porcentaje del daño que estos otros ejemplos producen.
El lenguaje discriminatorio se observa principalmente en las notas informativas, especialmente de noticias judiciales y policiales y además está presente en contenidos de entretención y en otros géneros, exponiendo indebidamente a los sujetos de la noticia o a los aludidos con las notas que se exhiben en las pantallas.
Los rostros de la discriminación, estigmatización y exclusión son muchos y no son fáciles de identificar. El lenguaje discriminatorio no sólo tiene una forma manifiesta, sino que también se produce con determinadas omisiones (Castells 2009). o, incluso, referencias aparentemente positivas, que pueden traducirse en formas de exclusión social de las personas aludidas (los pobladores esforzados sacan adelante a sus familia, la porfía del indígena le lleva a reclamar su legado) o silenciamiento de ciertas noticias y/o hechos, como apreciamos en el caso de las manifestaciones estudiantiles, en que los énfasis informativos no estaban en las demandas de los estudiantes sino que en los hechos violentos que se producían con ocasión de las manifestaciones
La discriminación en medios de comunicación no ha sido indiferente ni para autoridades ni para las audiencias, quienes, tratándose de la televisión, recurren cada vez con más frecuencia a denunciar estos hechos al Consejo Nacional de Televisión o a los tribunales de justicia, sin embargo los canales de televisión no parecen internalizar el mensaje que le envían las audiencias.