LA TV RECUPERA CON CRECES SU AUDIENCIA A PESAR DE MANTENER UNA OFERTA MEDIOCRE DE CONTENIDOS Y DE SORPRENDER CON UNA OLA DE DESPIDOS DE SUS ROSTROS Y TRABAJADORES

14 de Mayo 2020
EL CNTV  nos ha hecho saber que acaba de publicar el Anuario Estadístico de Oferta y Consumo de TV 2019.
Desde octubre de 2019 a la fecha, el consumo de televisión ha aumentado, tendencia que se ha mantenido este año, alcanzando niveles considerablemente altos, con respecto a años anteriores.
Este documento presenta datos de un alto interés para el análisis de las audiencias y, especialmente,  para el debate sobre el destino de la TV abierta en la era actual.
Nos parece que la primera conclusión que salta a la vista es que la TV no ha muerto, como se pretende regularmente, y que es insustituible como nexo social en los momentos extremos de una sociedad como la chilena. Esto confirma la visión de  Fucatel que  ha sostenido frente a quienes pretenden desconocer su rol de servicio público y la ven como una fuente  cualquiera de negocios.
Es en Chile donde la TV parece   cumplir un rol esencial en momentos de pandemia, de incertidumbre, de confinamiento y de miedo.Este fenómeno de altas audiencias no se da de la misma forma en otros países. ¿Qué pasa en Chile con los otros medios? Por qué la TV juega este protagonismo en este momento especial.El consumo principal de de información y debates, lo cual confirmaría esta aceptación de la TV como medio confiable para la conducción de un momento crítico.También resulta fácil de explicar el éxito de las tele series en un periodo de confinamiento.
Otro dato que merece análisis es el  notable  retorno a la TV  de los jóvenes, segmento social que  se creía perdido para siempre por la fuerte penetración de las nuevas plataformas y por el nulo interés que representaba para ellos la oferta televisiva.
Compartimos a continuación el artículo de Luis Breull, Profesor universitario y experto en  TV que  fue publicado hoy en el semanario digital «La Mirada Semanal»:
Es un excelente aporte a este nuevo fenómeno contradictorio de una alza de las audiencias acompañada de crisis económica el que no se traduce para nada en un cambio de la oferta mediocre que viene haciendo desertar las audiencias desde hace algunos años.
Les dejamos también el link donde encontrarán el estudio completo del CNTV para el uso que estimen conveniente.

Artículo publicado hoy , jueves 14 de Mayo, en «La Mirada Semanal»

Noticieros, teleseries, matinales

Por Luis Breull

Cuando se cumplen más de dos meses de cuarentena por pandemia y se extienden los cercos sanitarios por el explosivo aumento de contagios, el país comienza a sincerar sus miserias. A los centenares de miles de nuevos cesantes, millares de pequeñas y medianas empresas cerradas y de una economía que se achica en forma acelerada y empobrece a la sociedad civil, la industria televisiva local también asienta su nueva identidad: un medio pauperizado aún más, obligado a paralizar gran parte de su producción de programas de entretención -propiciando el distanciamiento físico de sus trabajadores-, con fuertes olas de despidos en el caso de la señal estatal, y con la reducción dramática de la oferta de géneros. Todo bajo la paradoja de desatarse en un período histórico de alto consumo del medio por parte de las audiencias y de ínfima recaudación publicitaria, desde la generación del estallido social en octubre 2019 y de la actual emergencia por el COVID-19.

Los datos del regulador

El Consejo Nacional de Televisión (CNTV) acaba de divulgar el Anuario estadístico de oferta y consumo de TV del 2019, preparado por su división de estudios. En él se consignan cifras interesantes respecto de cómo este medio sigue en retirada en los hogares, ya que el volumen total de telespectadores del año anterior cayó un 3% respecto del 2018, equivalente a 161.800 individuos que dejaron de consumir TV abierta, de pago o en nuevos dispositivos. El efecto de mayor caída se da en el alcance de quienes efectivamente vieron al menos un minuto de TV abierta  promedio 2017 comparado al 2019, donde se ve una involución de 4 millones 333 mil 300 personas a 3 millones 959 mil 700 personas, respectivamente (373 mil 600 telespectadores menos). En igual lapso la TV paga pasa de 3 millones 157 mil 800 consumidores efectivos a 2 millones 839mil 100 (318 mil 700 sujetos menos).

El tiempo total de oferta programática 2019 ascendió a 46.337 horas, mientras que el consumo televisivo promedio por persona fue de 753 horas. Si se lleva esta cifra al tiempo diario promedio que las personas que sí ven televisión pasan frente a estas pantallas, se llega a 3 horas 53 minutos 18 segundos promedio.

No obstante, la crisis social desatada el 18 de octubre generó un cambio radical de comportamiento de las audiencias, volcándose de modo fuerte al consumo de informativos, programas de conversación, debate y magacín. Si  esto se agregan las teleseries, un género al alza y que se ha sobreexplotado particularmente en la pandemia desde marzo 2020 en adelante, casi las tres cuartas partes de lo que la TV abierta ofrece hoy en sus grillas programáticas (72,2%) se centra en matinales, noticieros, telenovelas y paneles de conversación.

Las estadísticas también incluyen un dato revelador de la pauperización de las gamas de géneros brindados por los canales de TV, solo informativo, telenovelas y telerrealidad (más programas instruccionales en forma marginal) incrementaron su presencia porcentual en la oferta; mientras que todo el resto, incluidos documentales, películas, series, magacín y conversación resultaron a la baja.

Un dato contra tendencia histórica que devino del estallido social fue el vuelco al consumo de TV de segmentos ajenos a este medio desde hace años, como los adolescentes y los adultos jóvenes de segmentos medios altos y altos. Algo que se acrecentó aún más con la cuarentena sanitaria.

Pantalla museo

La pandemia ha dejado a los canales de TV abierta con ingresos publicitarios inferiores al 50% de los obtenidos en estos últimos meses. Como sucede si se compara marzo 2019 versus 2020. Esta caída aguda demuestra que uno de los primeros efectos de la crisis económica gestada en medio de la emergencia  sanitaria que sucedió a los meses anteriores de estallido social es la drástica reducción del gasto en marketing y comunicaciones en las grandes empresas avisadoras.

Una de las consecuencias de esto es el apriete en la gestión de todas las industrias mediales, donde nos enfrentamos a la aprobación de la huelga de trabajadores de Copesa (finalmente evitada por un acuerdo entre las partes), la reducción de la planta de funcionarios de TVN a poco más de 600 -habiéndose desprendido de más del 60% de su fuerza laboral en tres años-, y de un efecto crítico también en los contenidos que se están ofreciendo en todos los canales. Como ejemplo, la señal pública recurrió a la repetición de ficciones como Moisés, José de Egipto y Elif, además de la teleserie nacional La Chúcara.

Uno de los más drásticos cambios los dio La Red, del empresario mexicano guatemalteco, Ángel González, que debido a las pérdidas alcanzadas el 2019 y prolongadas este año, resolvió emitir infomerciales en el transcurso de toda su programación matinal. Y su oferta de programas nacionales se redujo a la tarde y noche con los espacios de conversación Hola Chile!, Mentiras verdaderas y Así somos.

Para el resto, la pandemia obligó a cerrar casi por completo las producciones en estudio y las grabaciones de teleseries. Por ello, la opción de Mega fue volver a exhibir parte de sus teleseries nacionales más exitosas del 2014 en adelante: AmandaPituca sin lucasEres mi tesoroPerdona nuestros pecados, Verdades ocultas Papá a la deriva están entre las ficciones que ingresaron a su grilla o lo harán en los próximos días. Una pantalla que se tiñe de otras repeticiones como las clásicas turcas Las mil y una noches y Fatmagul.

La pandemia también ha pegado fuerte los ratings e ingresos de Canal 13, que se vio obligado a sacar de pantalla Bailando por un sueño, su apuesta más fuerte y riesgosa de la temporada (tal como anticipamos su fracaso a principios de este año en anteriores columnas de análisis, por tratarse de un formato de alto costo y vampirización de la pantalla, es decir de concentrar muchos días seguidos de exhibición semanal). En su reemplazo se recurrió al franjeo de la serie Pablo Escobar: el patrón del mal, de pésimos logros en audiencia. También para generar reducción de costos en este período se repuso la primera temporada de Master Chef.

Por último, otra gran batalla se libra al interior de la industria con Chilevisión, su dueño, el grupo Turner, y la Asociación Nacional de Fútbol Profesional (ANFP), por el no pago de los derechos de exhibición comprometidos por las eliminatorias del Mundial Qatar 2022. El conflicto se acrecentó por el no pago de los fondos comprometidos por la productora española Mediapro, equivalentes al 80% del total adeudado a la ANFP.  La señal además viene de haber sido la más perjudicada en el balance financiero desde el estallido social, pese a sus logros en repunte de audiencia y aprecio de los públicos en diversas encuestas. Todo lo que no alcanza para evitar caer también en la necesidad de repetir contenidos, como las anteriores temporadas de La Divina comida y Pasapalabra, en reemplazo de contenidos frescos.

Un breve repaso por estos indicadores, además de la compleja situación generada por la reiteración de la presencia de alcaldes oficialistas en los matinales, amenazando los principios básicos de pluralismo, da forma a una pantalla que vive su propia epidemia. Una que requerirá de larga cuarentena y donde la tasa de sobrevida no está garantizada.

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