¿Qué diantres le pasa a TVN?

Larry Moe / LUN / larry moeA propósito del término anticipado de “Digan lo que digan” y sobre todo de las razones que se arguyeron para tomar dicha decisión, a mí Televisión Nacional me va a escuchar (leer, mejor dicho). El programucho en sí no era taaaaaan malo como para sacarlo de esa manera, sin dejarlo completar su primera temporada ni a sus rostros despedirse de su público. Al menos cubría una necesidad que la TV, con sorprendente negligencia, deja de lado: la terapia familiar. Era un espacio al que la esposa postergada, el marido carente de afecto y los hijos incomprendidos podían recurrir.

Es triste decirlo, pero hoy los programas de servicio no tienen cabida en nuestra pantalla. Claro, hay campañas como las del “Hogar de Cristo”, “Un techo para Chile”, y algunas juezas que escuchan a los desprotegidos.

Tal como sucedió con la abrupta bajada de “El juego del miedo”, en el caso del programa que conducía Pilar Sordo, secundada por Katherine Salosny (por más que los engañosos créditos hayan dicho lo contrario), acá también se esgrimió como causal de descharchetamiento el bajo ráting.

Si sólo esa variable (importante, pero no al extremo de sacralizarla) se está considerando a la hora de diseñar la parrilla programática en “el canal de todos los chilenos”, será cosa de poner en pantalla a gente con cierta notoriedad mediática en paños menores para dar por satisfecha esa meta. Oops, creo que ya lo están haciendo…

Cabe preguntarse qué suerte habrían corrido en su tiempo espacios como “Ojo con el arte” de Nemesio Antúnez, “Enlaces” de Eric Goles y “El show de los libros” de Antonio Skármeta bajo esta metalizada línea editorial. De seguro no habrían durado al aire ni dos semanas. Bueno, de hecho, ahora mismo espacios como ésos siguen en el último compartimento del congelador y nada garantiza que sean sacados de allí.

El asunto es serio. Si no para los mandamases de TVN, por lo menos para mí y para mi sobrino Francisco Javier, que a sus tiernos 8 años asiente con la cabeza cada una de las ideas que estoy vertiendo.

Después de chequear la parada en la que está la red estatal y las frías directrices que está utilizando para preparar el menú que le ofrece a su teleaudiencia ¿qué se puede esperar de la oferta programática de las estaciones que no cargan sobre sus hombros con la hermosa responsabilidad de la televisión pública? La verdad, muy poco.