Robert McKee: Lo que se necesita para una buena historia

storyChristian Ramírez / Artes y Letras / Entrevista con el profesor de guiones más famoso del mundo / Viene a impartir su famoso seminario a Chile, pero antes se detiene con toda calma para ofrecernos un adelanto. El 25 de abril comenzará a dictar su curso en el Teatro Oriente de Santiago.

Así como hay gente que hace de su profesión contar historias; también están los que construyen la suya ayudando a contarlas.

Muchas veces se trata de duchos guionistas o dramaturgos que comparten sus secretos -William Goldman, Jean-Claude Carriere, David Mamet-, pero también de teóricos que rara vez han escrito directamente para el cine, como Michel Chion o Syd Field. Y bueno, también está Robert McKee.

Seguro que no faltará quien diga que McKee es el Anthony Bourdain de los profesores de guión, una superestrella que lleva un cuarto de siglo impartiendo su seminario «Story» y recogiendo los frutos de una influencia que no ha hecho más que ir creciendo con el tiempo: sus alumnos han obtenido 27 Oscar y 141 Emmy y han escrito títulos como Wall•e, la trilogía de «El señor de los anillos», «Erin Brockovich», «The Truman show», episodios de «CSI», «Friends», «The X-Files» y «Grey’s Anatomy». Lo que de verdad llama la atención de este señor -que entre el 25 y el 28 de abril impartirá, por primera vez, su curso en Chile- es su manera de ver la profesión, la claridad de sus puntos de vista y la pasión que despliega por toda clase de historias… Siempre que estén bien contadas.

McKee y su seminario se volvieron notorios a principios de los 90, pero sólo a fines de esa década se convirtieron en marca registrada gracias a la aparición del libro «Story: Substance, Structure, Style and The Principles of Screenwriting» (1997) -editado recientemente en español bajo un título poco llamativo: «El guión»: una notable serie de lecciones acerca de la forma que poseen los relatos para la pantalla.

El libro, que -de alguna forma- expandía los puntos más importantes de su curso, es una didáctica mirada al modo en que los escritores arman sus historias; de modo que cualquier diálogo con su autor tenía que partir por ahí:

-¿Cuál fue el origen del seminario?

«Tendría que remontarme a los días en que hacía teatro -durante los 60 y 70-, especialmente en mi trabajo como director. Ahí tenías que aprender a desmenuzar las obras, elemento por elemento, y luego reconstruirlas de forma que el elenco pudiera representarlas. Mucho de lo que aprendí acerca de la construcción de cada escena proviene de Stanislavski y la forma en que rompía las escenas para sus actores; pero el verdadero impulso vino cuando combiné todo esto con los estudios de diseño narrativo que realicé durante tres años para mi doctorado. Ahí tuve que leer de todo, desde los griegos hasta el estructuralismo».

-Eso hace sentido, porque usted parte su libro recomendándole al lector que le dé una repasada en serio a Aristóteles.

«Bueno, como inspiración, Aristóteles es la roca en que tiene que pararse cualquiera que piense de verdad en las historias. No estoy hablando sólo de formato y estructura, sino de su capacidad para comprender el porqué las historias son contadas y el profundo efecto civilizador que éstas han tenido en nosotros. Es algo que no ha cambiado en 2.500 años».

-Otro de los puntos de partida de «Story» es que la forma de contar historias ha ido perdiéndose a través del tiempo. ¿Se trata entonces de un arte en extinción?

«No lo creo, pero sí es cierto que ha perdido buena parte de su energía. La habilidad de contar goza de buena salud; pero ha ido cediendo terreno creciente al sentido del espectáculo, y no estoy hablando sólo del cine, sino también de las extravagancias teatrales y la hipertrofia de algunas novelas contemporáneas. El arte de la narración ha pasado por períodos similares en el pasado, donde demasiados escritores tienden a entramparse en la superficie y no en la sustancia de su trabajo. Así se han producido obras de bonita cáscara, pero cero profundidad. Creo que la mejor narrativa de estos días proviene de la televisión, básicamente porque ésta no se presta para los espectáculos gigantescos: los escritores se ven obligados a volver a resolver conflictos entre seres humanos y el resultado -al menos en Estados Unidos- es que hemos vuelto a experimentar una era dorada de la TV. Los dramas que se están produciendo son extensos, enriquecedores y profundos. Así que el arte no se ha perdido, sólo cambió de domicilio y se mudó a la televisión».

Gran parte de los esfuerzos de McKee, tanto en el curso como por escrito, radica en explicar a cabalidad los elementos que debe poseer una buena historia. Y lo hace recogiendo herramientas de muchas partes distintas, cosas que suelen estar todo el rato bajo las narices del espectador/lector. En forma extensiva:

«Bueno, buscar los elementos básicos de una buena historia le toma a mi libro unas 500 páginas… Algunas personas creen que el diálogo es algo crucial. Pero ¿y las películas mudas? Hay muchas maneras de contar bellamente una historia y algunas de ésas no tienen ningún elemento común entre sí.

«Tal vez, para ello, sea mejor intentar una definición precisa de qué es una historia. Una historia comienza con un evento -que puede ocurrir por acción humana o por acción de la naturaleza- y debe ser algo que cambie en forma radical el balance que existe en la vida del protagonista, despertando la necesidad en éste de restaurar ese equilibrio perdido. Para hacerlo, el personaje debe tener claro algo que llamamos el objeto de su deseo, lo que él cree que será útil para recuperar el balance. A partir de ahí el tipo se lanza al mundo o dentro de sí mismo, buscando ese objeto, luchando con obstáculos que puede ponerse él mismo o que le son impuestos por otros o por el medio ambiente. Puede que consiga recuperar el equilibrio. Puede que no.

«Ahí están contenidos los elementos básicos de una historia: un evento que provoca desequilibrio, la necesidad y el deseo de restaurar el orden y el objeto de deseo que el personaje persigue -en forma consciente o inconsciente-, luchando contra todas las fuerzas de antagonismo que su propia vida contiene».

El punto, según McKee, es que las historias pueden ser infinitas, pero los formatos para contarlas no lo son: «No hay límite para los argumentos, pero sí para los géneros en que éstos transcurren. En un capítulo de Story, llego a decir que existen 25 géneros narrativos en el cine, pero en el futuro me gustaría trazar una línea más fina en torno a eso».

-¿Qué clase de películas son las que más le gustan?

«No tengo géneros favoritos. Me gustan desde los filmes oscuros hasta las comedias, pasando por los thrillers y las farsas desatadas. Cuando aparece alguien capaz de transmitir profundamente el cómo y el por qué de las cosas, sin importar el medio o el género, el resultado es siempre satisfactorio.»

-Entiendo que a usted le gusta mucho el guión de Robert Towne para «Chinatown», pero me gustaría que diera ejemplos más recientes

«La narración en ‘Los siete pecados capitales’, por ejemplo, es soberbia; pero para encontrar el equivalente moderno de algo como Chinatown uno tiene que irse a la televisión. Series como «Los Soprano», «The Wire», «Six feet under» o «Damages» son trabajos de una calidad similar al de Towne, pero no fueron diseñados para la gran pantalla».

-¿Y algún cineasta o escritor que siga con interés?

«Naturalmente me interesa la gente que ha pasado por mis cursos, como Akiva Goldsman, Paul Haggis, Peter Jackson y Andrew Stanton en Pixar, pero por estos días estoy poniendo más atención hacia Europa, hacia realizadores menores de 35 como John Ajvide Lindqvist, quien escribió «Let the one right in», el portugués Marco Martins («Alice») y el noruego Joachim Trier («Reprise»). Creo que son personas con capacidad de devolver a su continente el tipo de creatividad que tuvo entre el comienzo de la posguerra y los años 60. Los estoy observando de cerca.»

-¿Ha considerado escribir una secuela de su libro?

«Por ahora estoy escribiendo textos que expanden «Story». Estoy en pleno proceso de armar un libro acerca del arte de escribir historias de amor para la escena, la página y la pantalla. Después tengo en carpeta una serie sobre los géneros cinematográficos (desde la comedia hasta el horror). Una vez que ésta esté completa me dedicaré a una versión corregida y aumentada de mi libro».

«Story»: el seminario

De cuatro días intensivos constará el famoso seminario que trae Robert McKee a Chile. Comenzando desde los conceptos básicos, ahondará en tópicos como la estructura, la caracterización y la realidad de personajes, el rol que cumple la ambientación y las diferencias entre géneros cinematográficos. La cita es entre el 25 y el 28 de abril en el Teatro Oriente. El horario va de las 8:30 a las 20:30, todos los días, y habrá traducción simultánea para los asistentes. Precios y más información en www.mckeestorychile.com