Tomás Mosciatti:El comentarista más amado y odiado

tomás  mosciattiSergio Paz / Wiken / En medio de la vorágine periodística del último tiempo, no pocos se sorprendieron con Tomás Mosciatti, un atípico e incendiario comentarista, un tipo informado y frontal, un hombre de suspensores y pelo cano que dice las cosas pan-pan, vino-vino en Radio Bío Bío y CNN Chile. ¿Será el esperado Larry King a la chilena?

Un auto avanza veloz por la Ruta 68. Un carabinero lo hace parar. No hay exceso de velocidad, pero sí un delito: el conductor, atípico, lleva suspensores pero no cinturón de seguridad.

El carabinero le saca un parte. El hombre lo dobla cuidadosamente. Lo guarda.

-Señor, use cinturón de seguridad -exige el carabinero.

-Fíjese que no: no quiero usar cinturón de seguridad -responde el excéntrico hombre de pelo cano y suspensores negros.

El carabinero intenta decir algo. El hombre lo interrumpe:

-Mire -sigue- no le discutiré el parte. Es más: Ud. ya vio que lo guardé y lo pagaré. Sí le quiero decir que el Estado chileno, si yo me estrello, nada hará por mí. ¿Por qué, entonces, el Estado finge que le interesa mi seguridad si, en caso de que me pasara algo, no haría nada de nada?

-Eee -dice el Carabinero

-Y déjeme decirle otra cosa: Ud me pasa un parte en una carretera que ni siquiera es del Estado. Así es que tampoco sé qué hace aquí. ¿Por qué le digo todo esto? Porque este parte es absurdo. ¿Me va a decir algo?

-Señor, sólo le voy a decir que Ud es muy complicado.

Nueve de la noche, Antonio Bellet 281, Providencia. El hombre de pelo cano y suspensores negros trabaja en su despacho. El hombre es Tomás Mosciatti, el director de Bío Bío Santiago: la radio hit en estos convulsionados días post terremoto. Y cómo no si, en el sur, la gente terminó pintando espontáneamente en sus ventanas «Gracias Bío Bío».

Durante las primeras (y más duras) horas de la jornada, la emisora no sólo había sido la única fuente informativa, sino también una improvisada farmacia en la que espontáneamente se acopiaron remedios y químicos farmacéuticos, ad honorem, los distribuyeron tras los saqueos.

Crggg.Crggg. Raspo la ventana de Tomás Mosciatti.

Tomás Mosciatti está frente al computador y toma notas con una pluma fuente rellena con tinta verde.

Tomás Mosciatti, hay que decirlo, no es una persona normal. ¿Pero quién?

Tomás Mosciatti maneja un Fiat 600; claro que, en general, no anda en auto sino que a pie. Tomás vive en un departamento, en Providencia, a pasos de la radio. Buena cosa para sus insólitos horarios. Tomás Mosciatti se levanta a las 5 de la mañana. Y, a las 6, está leyendo noticias junto a Consuelo Goltar en Radiograma. Mientras lo hace corrige notas de prensa y prepara el comentario para CNN Chile. Luego sigue trabajando. Eso en un día normal.

La madrugada del terremoto corrió sin detenerse hasta llegar a la radio. Fue instinto. Poco tardó en enterarse que el chancacazo había sido justo donde comenzó todo: en su natal Concepción.

-Pero mira qué piso, qué techo. Esta casa está muy linda -le digo a Mosciatti, una vez dentro del caserón.

-A mí no me gusta -porfía el comentarista sensación del minuto, un tipo que amas u odias. Me parece una casa chica, mezquina -agrega.

Tomás Mosciatti es complicado.

Tomás enseña algunas piezas. Impresiona, en la sala de reuniones, una señorial chimenea de fierro y mármol.

-Es lo único que me gusta. Esta casa perteneció a Enacar y la chimenea la rescataron del caserón que tenían los Cousiño en el Parque de Lota.

En la vida, ¿hay coincidencias?

-¿Vamos a comer? -dice, amable, Tomás.

Emocionalmente, esa noche Tomás Mosciatti está en pausa.

Al día siguiente viajará al sur, por primera vez después del terremoto. Y cuando dice que no le preocupa qué encontrará, es para creerle. Aparte de saber que a un familiar se le cayó la casa, Mosciatti asegura que sabe cómo está cada edificio, cada plaza, cada rincón. Esa noche lo dirá más de una vez: «Yo sé todo». Se refiere, claro, a que sabe todo lo que pasa. En rigor todo lo que pasó. Tomás Mosciatti es un compulsivo consumidor de noticias. ¿Adicto? El dice «sí, mmm, leo noticias incluso cuando estoy de vacaciones».

Hay razones para entenderlo: Tomás Mosciatti, tal como todos los hermanos del segundo matrimonio de su papá, creció en una radio. Ahí, a los 13 años, aprendió a controlar y a los 16 a locutear. La historia es conocida: Enzo, Nibaldo y Tomás fueron los hijos del segundo matrimonio de Nibaldo Mosciatti, un señor que, 50 años atrás, creó la radio Carbón de Lota. Luego vendrían Bío Bío de Concepción y Talcahuano de Talcahuano. La «tricolor de emisoras».

Todo un personaje Nibaldo Mosciatti padre: actor, periodista, inventor y titiritero, el hombre inventó en los tiempos duros de la radio un juego-artefacto con el que logró sortear las dificultades económicas cuando bajó la publicidad: estamos hablando de un fútbol electrónico, pre WII, que funcionaba con pelotas hechas con dientes de cachalote. Aparte, Mosciatti padre fue el responsable de importar los primeros run-runes electrónicos. Emociona saber cómo se originó la adicción.

Llegan los choritos. Las papas fritas.

Nibaldo, a su vez, fue el nieto de Antonio Mosciatti Guardianelli, un constructor italiano que llegó a Talcahuano para construir un dique seco.

-Uno que después del terremoto no tiene ninguna fisura -afirma orgulloso Tomás, justo en el momento en que comenzamos a masacrar los choritos.

Es más que un dato: Tomás Mosciatti se vino a Santiago a estudiar derecho. Terminó, pero nunca ejerció. Nunca, salvo una vez.

A poco egresar le tocó defender el desembarco del imperio familiar en Santiago. En 1996, la ARCHI fue a tribunales para impedir que se instalaran más radios, aduciendo que interferirían las transmisiones de las existentes.

En Santiago, desesperado, Tomás no logra contratar a ningún abogado de peso. Duro fue decirle a su padre «podemos perder». Para entonces los Mosciatti ya habían instalado la radio en Santiago y si no operaban, sería el fin de todos los sueños. Sin embargo, con la ayuda de Mario Rojas, abogado y ajedrecista, consiguen la ayuda de Pablo Rodríguez. Y el pope les dice que sí, con la condición de que él no escribiría ningún escrito latero. Toda la pega la hace Tomás. Ganan 3-2: los salva Eugenio Velasco Letelier, fanático de los autos de carrera y padre del ministro Velasco. Cuando se la jugó en la Suprema, 4 de los 5 ministros eran suplentes. De lo contrario, seguro, hubieran perdido.

Y, bueno, quien escribe no comería choritos con Tomás Mosciatti. Y nuestra historia radial sería muy diferente.

-Le ha ido bien a Bío-Bío. Hagamos negocio. Te compro la radio. ¿Cuánto vale Bío Bío? -le pregunto a Tomás, con una copa de vino en la mano.

-Bío Bío no está a la venta -dice un seco Tomás Mosciatti.

Difícil de entender como un negocio familiar. Basta saber que los Mosciatti tienen sus sueldos, pero cada año no retiran utilidades. Todo lo reinvierten. Así, ahora en colaboración con CNN, no sólo tienen acceso a fibra óptica, también móviles digitales que ya se los quisiera la ONEMI.

-Siempre hemos pensado -dice Tomás- que no somos los dueños de la radio, sino sus administradores. Y sólo tratamos de hacerlo de la mejor forma posible.

Hay papitas de sobra. Mosciatti dice: los Mosciatti somos jodidos. ¿Cómo se ponen, entonces, de acuerdo?

-Discutimos, con fuerza, pero llegamos a acuerdos.

-Tras el terremoto y tus incendiarios comentarios, uno podría preguntar cuándo llegas, no sé, a TVN: la televisión abierta te espera.

-Estoy en televisión, en CNN, pero sólo porque hay un convenio con Bío Bío. Si no, no estaría.

-¿Algo contra la tele?

-No, no. Sólo que la televisión no es mi medio natural de trabajo.

-Extraño que lo digas. Todas las radios están tomadas por gente de la tele.

-Son otras radios.

-Ustedes tienen toda la tarde a mi amigo Julio César Rodríguez.

-Julio César Rodríguez es de Concepción.

-Perdón, mi amigo es de Hualpén.

-Julio César conoce Bío Bío en sus orígenes.

-Ves a colegas, en directo, desde lo que insólitamente llamaron la Zona Cero. ¿Qué te parece?

-No puedo opinar porque casi no veo televisión. La hora de los noticiarios es la que tengo para leer, si no me embrutezco. Sí sé, en todo caso, que en los noticiarios no hay noticias. Todo lo que sale ahí ya lo sabes. En los noticiarios centrales hay unas 19 notas promedio y, de ellas, sólo 11 son duras. Según un estudio de Litoral Press, Bío Bío es la primera radio en cantidad de noticias: unas 6500. Lo que te quiero decir con esto es que la televisión no informa.

-Tras el terremoto, te destacaste no sólo por criticar, sino también por desmentir la información oficial. ¿Qué pasa con el periodismo chileno? ¿También está terremoteado?

-En Chile, en los medios, se perdió la capacidad de reporteo. Aquí se asume que la principal fuente son las autoridades. En Bío Bio pensamos que, si hay una crisis en un hospital, la fuente no es el director sino el chofer de la ambulancia. La verdadera fuente no es el general, es el cabo. ¿Por qué hemos llegado a esto? Por pura comodidad.

Qué diablos: los choritos están sabrosos. Tomás Mosciatti es rápido, elástico como sus suspensores. A propósito, no los usa de ondero. Todo lo contrario: «siempre me gustaron, son cómodos, los usaba de chico», dice.

Tomás Mosciatti observa. Analiza y sabe de errores: la madrugada del sismo, a las 4.15 AM, el entonces intendente de la Octava Región declaraba a radio Bío Bío que no había peligro de tsunami.

Mucha gente lo escuchó; por décadas Bío Bío ha sido en el sur la radio número 1. El objetivo es lograr ahora lo mismo en Santiago.

-¿Y por qué no le pusieron, no sé, radio Mapocho?- pregunto.

-En Temuco, donde está el Cautín, nos instalamos y logramos, con una radio que es de servicio, ser los primeros. Nuestra identidad es el Bío Bío.

Es dato en la causa: Bío Bío desarrolló, por años, un sistema que les permite predecir con precisión resultados en cualquier elección; se trata de un invento (también creado por Nibaldo padre) que en las elecciones pasadas no sólo les advirtió que ganaba Chahuán cuando todos daban por vencedor a Lavín sino que, en general, tuvo apenas un 0.3 % de error. Récord nacional. Con ese mismo know how -y desestimando la encuesta tradicional, que en las radios todos coinciden que es irreal- han desarrollado un sistema referencial de medición que les permite, internamente testear en qué lugar están entre las radios chilenas.

Los Mosciatti piensan que están segundos, después de Corazón.

-Y si estamos segundos debiéramos ser los primeros. Todo un logro considerando que somos una radio de servicio con muchas noticias. Todo depende de cómo haga su trabajo la competencia. Nosotros cada día trabajamos más – dice Mosciatti.

-Tanta noticia. Soy de los que piensan que sobran noticias. ¿Para qué tanta noticia si finalmente no sabemos nada de nada? – pregunto.

-Necesitamos estar informados. Pero sí; la nuestra es una sociedad informada, pero desinformada. A mí, particularmente, me interesa la observación y ver cómo se comporta la gente. La noticia, a diferencia de la información, es un hecho inusual de interés general. La noticia tiene que ver con la anormalidad. Y con lo espectacular que puede llegar a ser. Así ves cosas insólitas como el feo, sin brillo y sin épica cambio de mando. Una ceremonia que estaría bien para un regimiento y, más encima, con un edecán buscando la piocha de O´Higgins gateando en el suelo. Muy raro.

Cielos: sobran papas pero no choritos.

Al cierre, caminamos por esa Providencia que le encanta a Tomás: la Providencia de Qué Leo y los helados del Sebastián. Tomás se queja. Dice: «qué cosa más rara que, en algunos noticiarios, los mismos periodistas hagan las menciones de sus avisadores. ¿Con qué independencia van a hablar después, no sé, del retail».

Está claro: la apuesta de Bío Bío es lo que Mosciatti llama el periodismo independiente y lo dice como si nadie más fuera así. «Nosotros no vamos ni a cocktails, ni a eventos de vida social, no tocamos ni un pisco sour», dice. Dice además que no les interesa el poder.

-Te das cuenta de que, después de los últimos acontecimientos, tú mismo te has convertido en fenómeno?

-Es que estoy tan ajeno a eso… Aparte, nunca he buscado tener una carrera, sólo he querido ser un buen funcionario.

Tomás Mosciatti ríe. Al serio hombre de los suspensores también le gusta reír.

 

 

 

 

Sergio Paz.